Adéntrate en la sección de los Codex dedicada a la intrépida raza de los Shalldare. Estos nativos del implacable Planeta Shalldare poseen una anatomía robusta y adaptaciones excepcionales que los convierten en formidables y temibles guerreros. Con una estructura física diseñada para la eficiencia en la lucha y la supervivencia en su entorno hostil, los Shalldare son una fuerza a tener en cuenta en el universo de Proyect Eternity.
A lo largo de su historia, los Shalldare han mantenido una fuerte conexión con la naturaleza, y este lazo profundo con su tierra natal los ha convertido en guardianes comprometidos de su hogar. Valoran la tierra y celebran rituales en honor a los elementos y sus dioses Gade y Tasár.
La Gloriosa Historia de los Shalldare.
Año: 6772 (ADL)
Hace milenios, en un momento donde la vida era solo una idea lejana, un descomunal fragmento de roca y metal oscuro desgarró el espacio intergaláctico y descendió con fuerza sobre el planeta en cuestión. Los relámpagos y cataclismos sacudieron la superficie del joven mundo mientras los cielos se rasgaron en un estallido de luz y sonido ensordecedor. La piedra cósmica se hundió en las entrañas del suelo, excavando un agujero profundo, mientras que sus fragmentos explotaron en todas direcciones, impregnando cada rincón de su estructura, desde los yermos baldíos hasta los abrasadores desiertos y las áridas llanuras de magma ardiente.
En el resplandor del impacto, el caos y la destrucción se apoderaron del planeta, dejando a su paso un vasto territorio baldío y estéril. Sin embargo, con el paso de millones de años, la vida comenzó a brotar en medio de la tierra arrasada por el desastre cósmico. El corazón del planeta latía con fuerza, bombeando vitalidad y energía a través de su cuerpo, despertándolo de un largo y eterno letargo. La vida, finalmente, había llegado a ese mundo.
En un principio, arribaron las fuerzas primigenias de la naturaleza, personificadas en los Antiguos, seres de entidad inmensa cuyos poderes eran incalculables gracias a su temprana aparición en el universo. Con el transcurso de los milenios, estas entidades crecieron hasta alcanzar tamaños colosales, superando los 20 metros de altura y abarcando vastas extensiones de terreno con su sola presencia. Enfrentándose unas a otras por la dominación en su propia especie, libraron batallas épicas y cruentas durante incontables décadas, arrasando con la superficie del planeta y dando origen a una geografía única y diversa. La huella de sus conflictos quedó marcada en la naturaleza del mundo, moldeando montañas majestuosas, cañones escarpados, cuevas subterráneas, riscos imponentes y mares turbulentos.
Cuando nuestros ancestros llegaron a este mundo fueron emboscados por los antiguos colosos, pero nuestros ancestros no eran para nada unos cobardes, eran la valentía encarnada y a pesar de no ser tan fuertes como los antiguos, tarde o temprano descubrieron la temida arte de las armas.
Golpearon los metales hasta que estos mismos tuvieron la longitud y fueron lo suficientemente filosos como para romper los huesos, cortar la carne y hacer brotar la sangre.
Así fue como reclamamos un lugar en este mundo, nacimos llenos de vida y rebosantes de alto vigor, forjamos un hacha y una armadura, y llevamos la espada del juzgado a los Antiguos, cazándolos hasta que ya no quedó ni uno solo.
Tras su extinción reclamamos nuestro dominio de la vida como herederos y por derecho de dominancia, así fue como llegó la Era del Nuevo reinado de Shalldare que perdurará por siempre.
Finalmente, sembramos tierras fértiles y construimos granjas enormes, criamos animales de distintos tipos y erigimos pueblos inmensos por todo lugar, creamos pinturas, esculturas, monumentos y pulimos el arte de la guerra descubriendo nuestros dones.
Y en el centro de nuestra ciudad, la ciudad de Sektares, Coronamos al Rey Sin Morr, que yacía sentado en el sacro trono de rubíes y piedra negra, revestido en cuero y metales oscuros que hacían resaltar su imponente figura, era de un carácter noble y bondadoso pero siempre que era necesario podía volverse fuerte y frío, por eso lo elegimos para que gobernase, por su capacidad para liderarnos a un camino brillante.
Construimos la hermosa catedral de las lunas gemelas, para venerar y honrar a nuestros dioses y a las doncellas, era una catedral que llegaba hasta las nubes, los vidriales habían sido creados por los mas talentosos entre nosotros y algunos hasta contenían joyas, mientras que la catedral tenía bordes y gran cantidad de detalles y decoraciones de oro por todos lados, paredes blancas y puras como el mármol, ese era nuestro amor hacia ellos.
Nuestros hijos e hijas tendrían la oportunidad de elegir la senda de la espada o la de la cosecha, cuyas existencias honran en igual medida a los dioses y sus doncellas.
Nos regimos por la justicia y la igualdad, tratandonos a todos por igual como hermanos, pero a pesar de todo la guerra jamás se pudo evitar, nuestras casas, monumentos, muros y estandartes cayeron destruidas por tormentas y fuertes desastres, al igual que por las tribus traidoras que habían huido para después regresar mucho más fuertes para atacar nuestros cultivos y pueblos en busca de nuestro sagrado don para la forja y las armas que aguardaba en nuestra sangre fiel.
Nosotros no nos acobardariamos, nuestros ancestros no lo hicieron aún viéndose superados por los antiguos en todo aspecto, y nosotros no deshonrariamos a nuestros dioses trayendo la vergüenza a sus cielos, menos aún cuando ellos nos permitieron vivir en su jardín y poder disfrutar y admirar de sus riquezas.
Así que con ira y brutalidad aplastamos a las hordas herejes y con su sangre fortalecimos nuestra fé más que nunca. Nos alzamos de entre las llamas templados en la lluvia de la victoria, con una voluntad inquebrantable forjada a la más pura vehemencia de la guerra, tras aplastar a todas las tribus herejes del corazón de nuestro pueblo surgieron...
Los guerreros más talentosos y versátiles que Shalldare engendró, a quienes llamamos "Los Emperadores de Sangre" Los más fuertes y los más leales, con una lealtad tan grande que estarían dispuestos a pasar el peor de los castigos antes que traicionar a su madre creadora.
Y durante el tiempo de la guerra, un grupo de guerreros trajeron a nuestro pueblo una tribu completamente desconocida para nosotros, se hicieron llamar los Keerad (Traducido del Shalldare antigüo: Lunares) Llegaron del norte del planeta y a pesar de las grandes diferencias curiosamente llegaron para proponer una alianza con nosotros.
Eran ligeramente distintos a nuestra especie, no poseían cuernos y a diferencia de nuestra piel áspera y dura la suya era suave y blanda, a parte de que cuándo vieron nuestras hachas y espadas sus expresiones fueron "Que barbaridad" ya que para ellos eran cosas sin sentido alguno, y usaban una cosa extraña que llamaban "Tecnología".
Nuestro pueblo se volvió más fuerte tras la aparición de su inteligencia y tecnología, la cuál creó grandes mecanismos y armas para garantizar nuestra prosperidad en las tierras santas, mejoramos nuestras espadas y hachas volviendolas "De energía" y construimos las máquinas que levantaron con pistones nuestro espíritu de batalla al portar armas que consideramos "divinas".
Los Keerad, nuestros nuevos aliados en este universo, nos han otorgado la seguridad de que al morir y ser tomados por la mano de la muerte encontraríamos la paz que tanto buscamos al saber que complacimos a Tásar y Gade con nuestra vida, descansaremos en paz sabiendo que aquellos a quienes apreciamos se unirían con nosotros en el jardín de estrellas en el que los Dioses descansa. Permitiéndonos pasar a su paraíso donde nuestras esposas e hijos podrían unirse a nosotros en el Seku Ka rōôre (Traducido del Shalldare antigüo: Cielo de Guerra)
Con la tecnología y las habilidades de los Keerad, trajeron la claridad y la expansión de nuestra mente, mostrándonos que no solo existen nuestras tierras, sino que existe todo un mundo por explorar allí afuera, pero al aventurarnos descubrimos que al igual que los Keerad habían otras especies, dando inicio a la guerra de las tierras dispares, tomamos la bendición de nuestros dioses y la Tecnología para difundir el nombre de Ergef, el líder supremo de los Keerad.
Descubrimos que no había solo un enemigo, sino muchos. Se descubrieron lugares y pueblos desconocidos para nosotros, y vimos nuestro propio dolor reflejado en sus ojos. Nuestros ejércitos entraron a la batalla y lucharon por la libertad de todos, aún siendo completos desconocidos.
Aunque no luchamos en nuestro suelos, la sangre que derramamos en tierra extranjera fue mucho menor de la que esperábamos. A través de los extraños pueblos que liberamos, se formaron nuevas alianzas y nuestras creencias se difundieron y solidificaron como una sola manteniendo en alto a Tasar y a Gade.
Mientras Ergef atravesaba las estrellas del conocimiento con flotas de guerra llamadas descubrimientos, en un punto de la historia estuvo más cerca que nunca del Rey Sinmorr.
Ergef solicitó al Rey Sinmorr hablar a solas, allí él reveló que había previsto una ruptura en Shalldare. Él le habló de un ritual que debe ser realizado en el más fuerte y puro de nosotros; solo aquel que demostrara ser digno sería probado. La "Marca de Tasar", sería el gran tributo de los Elegidos de las lunas("Akaoikud ka ked keed") que nos ayudaría a limpiar cualquier impureza de nuestras tierras, asegurando nuestra prosperidad continua en este mundo, pero lastimosamente no hubo alguno que fuera lo suficientemente puro como para que Tasar otorgará su Marca... Ni siquiera el mismísimo Shall-Emperador Sinmorr fue digno, el día de la llegada del Protector de Shalldare aún no había llegado.
Ergef, el líder de los Keerad de la tecnología, que a través de la adivinación y profecías, determinaría cuándo el más puro estaría delante de ellos. Los Keerad eran verdad, y solo sus ojos podían encontrar al que estaba destinado a ser el gran liberador de Shalldare a su dolor y caos. La profecía fue escrita, pero a través de los años se desvaneció hasta que solo el líder Keerad susurraba sobre si aquel elegido realmente existía.
Y entonces finalmente El Gran Ergef Olmstead, maestro de la tecnología había fallecido a la vez que su hijo, Dernell Olmstead... Nacía con el mismo talento de su padre, a pesar del dolor que causaba su pérdida, el futuro se veía brillante...
Muchos años después. Los Keerad se reunieron con el Rey Sinmorr, y Dernell le habló de las tierras lejanas en las que con toda certeza, habían encontrado entidades extrañas en el inexplorado sur y de la oportunidad de que llegarán nuevos invasores a Shalldare.
Y sin más dudas llevarían la guerra a las tierras lejanas utilizando los mismos vehículos y armas que la tecnología Keerad había traído.
Tras múltiples combates nos dimos cuenta de que estos enemigos eran verdaderamente resistentes y demasiado fuertes, retiramos a nuestras tropas y cambiamos nuestra estrategia de ataque a defensa.
Y durante una de nuestras reuniones para decidir nuestro siguiente movimiento, a las puertas de la catedral llegaron 2 Guardias que cargaban a un Guerrero, estaba inconsciente y con sangre por todas partes, su ropa desgarrada y su corazón luchaba por vivir.
El Rey Sinmorr no dudó en sanarlo él mismo a pesar de que no fuera de nuestra tierra, su piel era más oscura que la nuestra, era como el asfalto, una vez pudo despertar y comunicarse aprendimos mucho de él, y había algo que a los líderes les intrigaba enormemente, que parecía conocer la auténtica naturaleza de las "máquinas".
Aquel que había llegado desde lugares ignotos y había sobrevivido en primera línea de batalla mucho más que cualquier Shalldare de aquellos que fueron enviados a luchar. Pero este no venía de Las tierras santas obviamente, sino de una parte desconocida para nosotros, pero eso no importó. La pasión que notamos en él al luchar contra la horda era evidente, y su necesidad de la destrucción de los enemigos era igual a la nuestra.
Era alto, de cuernos grandes y fuerte como todos, media 2,38 y sus ojos eran como 2 turmalinas rojas. Su inagotable ira llamó la atención de los más fuertes de la guardia de los Emperadores de sangre, los guerreros Shalldare más fuertes.
Pero como a todo "novato" se le mandó a la arena de combate, pero está vez hubo una intervención directa de los hermanos de los Guerreros de Sangre, la legión de guerreros más fuerte y estricta de todas, nunca en la Historia de la arena alguien había recibido semejante honor de una directa intervención de estos Titanes del combate, pero en esta ocasión, los Guerreros de Sangre rompieron la tradición cultural derribando las puertas de la arena y tomaron al "novato", convencidos de que eli era digno de recibir su entrenamiento.
Varios murmuraron y se burlaron del novato que se sumaba a sus filas, pero en la guerra contra los llamados "tápgied"(traducido del Shalldare antigüo: máquinas) había que aprovechar todas las ventajas disponibles, por minúsculas que fueran, y al ver cómo luchaba con los grandes maestros, descubrieron en él a un implacable e invencible Guerrero.
Aquel hombre era un desconocido, y abandonado a su suerte, y sin embargo, cada vez que era derribado por los grandes líderes volvía a levantarse instantáneamente con más fuerza, y así entrenó y entrenó hasta que dominó las artes Shalldare a la perfección.
Y con el rostro manchado de sangre, se ponía en pie con torva determinación para volver a entrar en combate listo para luchar con sus adversarios.
Pasó el tiempo mientras el extranjero, al cual llamaron: "Akariku" (Traducido del Shalldare antigüo: Elegido) recibía las lecciones de batalla y hermandad que se enseña a todos los Shalldare. Podían percibir cómo se acercaba su momento: pronto, el campo de batalla sentiría su furia y la fuerza que aguardaba en sus puños, y el mundo sentiría su poder...
Satisfechos al comprobar que no sería un desperdicio para las legiones, los Guerreros de Sangre le otorgaron su deseo de llevárselo consigo al otro lado del mundo a luchar contra las crecientes entidades mecánicas.
Allí no conocieron ningún tipo de descanso: lucharon entre la piedra, hierba y el metal y siguieron luchando y luchando bajo las lunas, en medio de la noche mientras sus dioses observaban orgullosos a sus hijos protegiendo sus tierras y dándoles la fuerzas y determinación necesarias para destruir a las hordas enemigas.
Y Akariku sintió cansancio como ningún otro y su cuerpo pesaba más que mil toneladas, las heridas y enfermedades recorrían su cuerpo, pero aún así jamás pidió ayuda, ni se le ofreció la misma, ese es un verdadero Shalldare.
"La esperanza y la hermandad es lo que nos hace fuertes. Es la razón del por qué estamos aquí. Es por lo que peleamos cuando todo lo demás está perdido".
-Akariku a sus hermanos de batalla.
Ocho veces se aventuraron al otro lado y otras tantas regresaron. Y cada una de ellas Akariku volvía más fuerte que antes, al mismo tiempo que sus hermanos de la Legión de la Sangre, siempre teniendo una sed de pelea pero disciplinada y bajo su control, sabía cuando desatarse y cuando comportarse, y a pesar de parecer un animal, siempre respetaba al Rey inclinándose como era debido, y socializaba con sus hermanos.
Al paso de los años y el paso de innumerables batallas contra las máquinas, Akariku llegó a encontrarse entre los guerreros más poderosos de los Shalldare, sus hermanos dejaron de mirarlo con desprecio como a un recluta de sangre indigna.
Para ellos era ahora un compañero forjado en la guerra. Un aliado, Un arma viviente, un hermano...
Sinmorr ocupaba intranquilo el trono mientras se avecinaba un terror proveniente del sur.
La marea del horror nos embistió con fuerza imparable desde el más allá. El enemigo trajo consigo a una enorme legión de docenas de miles de máquinas que aparecieron sin previo aviso, no sabemos cómo pero lograron traer a tal Ejército pasando totalmente desapercibidos. Pero sí sabíamos que arrasaban con todo lo que encontraban a su paso.
Las legiones llegaron tarde al combate contra la horda de máquinas, que se abatieron sobre la ciudad de Sektares. Con las fuertes pisadas de las hordas de metal, la ciudad sufrió de tal forma hasta que no pudo soportar más y se derrumbó. No se salvó casi nadie, salvo los que habían huido al norte. El vil Ejército arrasó nuestros hogares y pueblos, derribó nuestras torres y devoró las murallas de nuestras tierras mientras nos masacraban.
La legión de sangre reunió a todos los guerreros disponibles y se abalanzaron contra los enemigos, pero fueron repelidos y acorralados en la ahora ciudad de Sektares reducida a escombros. Allí, tras la caída de la noche y el despertar de Gade, sus cuerpos fueron bendecidos y blandieron sus hachas y espadas con ira entre las líneas enemigas.
En medio de las filas de los Guerreros, cuando todos los demás habían caído ya, Akariku aún seguía vivo y rugía con furia en medio de la batalla. Los demás Shalldare que aún estaban vivos pero ya en el suelo de la arena inmóviles y demasiado agotados como para moverse observaban con asombro y admiración al mismo del que se habían burlado tiempo atrás, ahora en una armadura negra de la legión de sangre y luchando mano a mano junto con ellos, había logrado llegar hasta donde nadie más había llegado antes, no solo como un guerrero Shalldare puro, sino como el mejor entre ellos, cómo un Emperador de Sangre.
El ejército enemigo sucumbía ante sus golpes, pero a su vez seguía imparable e implacable.
En las últimas horas previas al alba, mientras los últimos guerreros que se quedaron a luchar soportaban el arduo combate llenos de heridas, Akariku resistió al pie de la pelea.
Al ver su inagotable determinación, El Rey Sinmorr quien estaba presenté luchando por su pueblo como un verdadero Rey, recordó aquella profecía que le dijo Ergef, y se llevó a Akariku, y lo mandó a completar la misma profecía por la que Shalldare había esperado tantos años.
Al recibir la marca de Tásar, el guerrero se enfrentó al juicio de la última hora de la noche. Allí, Tásar respondió con alegría y lo ensalzó con una resistencia y una fuerza capaz de causar un terremoto, dignas del Protector de Shalldare.
Lo que surgió del sagrado ritual no era más que la luz de la esperanza y la fuerza encarnadas en el cuerpo de un hombre; el héroe acabaría por ser conocido como Ak Akariku: el emperador de la sangre, el verdugo del Báratro, El Martillo de Shalldare.
El guerrero cuyos puños abrirían una senda para los justos y se lanzaría contra la horda enemiga con un poder que solo un dios podía otorgar. Se alzó revitalizado a pesar del ritual que quemó gran parte de su ya negra piel, con la llama del canto de Shalldare ardiendo en sus ojos. Alzó una simple hacha hacia el sol naciente y el canto de Shalldare la envolvió forjando un arma tan filosa que solo podían portar manos de un auténtico emperador de Sangre, era negra como su armadura, más afilada que cualquier otra y más letal, era la perdición de las máquinas en un trozo de metal oscuro.
En el día más horrible, Akariku había sido elegido, un forajido del sur había sido bendecido con un poder divino que lo marcaría en la historia a perpetuidad.
Con la llegada del ahora nuevo Emperador de la sangre, la legión avanzó más que nunca en su ataque contra el corazón de la tierra de las máquinas. Llevaron consigo a los más fuertes guerreros que aún quedaban, y se abrieron paso entre las hordas junto con Akariku y su ejército. Los Keerad, bajo la dirección de Dernell Olmstead, habían "encontrado" la forma de acceder a las regiones más profundas de los enemigos, y esto permitiría conocer sus debilidades para destruirlos.
Nuestras máquinas de guerra, creadas con tecnología y alimentadas por de la misma fuente que nuestros enemigos de metal, la energía suprema, eran invencibles, y con ellas fuimos adentrándonos más y más en el territorio empapado de su "sangre". Alcanzamos incontables victorias gracias al poder de Akariku, pues, con él, el enemigo estaba perdido y solo era cuestión de tiempo antes de poner exterminarlo.
Pero, sin que lo supiéramos o imaginaramos, en secreto, Dernell había ordenado a sus trabajadores que construyeran inmensas fábricas en tierras enemigas para poder absorber la "Energía" que alimentaba sus "vidas".
¿Cómo comenzó esta traición? sólo teníamos ojos para los enemigos. ¿Cómo íbamos a pensar siquiera que nuestro gran aliado durante tantos años pudiera siquiera atacarnos por la espalda?
Dernell nunca pareció contento con el inesperado ascenso de Akariku al trono de la divinidad... Nuestras legiones se alzaron libres bajo su fuerza, y su designio hizo que Dernell hallará réditos con su resurrección.
A Akariku no le interesaba en lo absoluto la política. Únicamente le interesaban las obras y cultura de nuestro pueblo, pero su meta era solo una: la destrucción de las máquinas y de todo lo relacionado.
Durante los siguientes años marchó con las legiones sangrientas a través de las llamas de las tierras del "tepgieree", y cada vez que regresábamos a nuestras tierras, nos encontrábamos grandes cambios en el gran pueblo de Shalldare. Si de algo nos hemos de culpar a los guerreros de sangre, es de que habíamos descuidado a nuestro pueblo y no nos percatamos del mal que crecía en el centro de nuestra cruzada. Solo sabíamos que el enemigo estaba frente a nosotros y no en otro lugar, o si?.
Pero, mientras Akariku y las legiones batallaban contra las huestes mecánicas, su incapacidad de actuar fuera de los confines de su deber permitió que la codicia de la "Esencia" hiciera su presa a los Shalldare avariciosos ansiosos de un poder como el de Akariku.
En el transcurso de una misión en las profundidades del reino mecánico directo al corazón del poder enemigo, la legión de sangre finalmente supo de la verdad de los Keerad y las Máquinas. Por voluntad de ellos, se había ocultado tanto a las legiones como al los propios Keerad fuera del círculo principal de Dernell el hecho de que la "energía suprema" de la que habíamos llegado a depender durante la guerra y durante nuestro desarrollo, estaba formada por los Cuerpos de los hermanos y hermanas que habíamos perdido combatiendo con las viles bestias de titanio.
Entendimos entonces que todos los que cayesen a manos de ellos se convertirían en combustible para los enemigos y para nosotros, mientras se les extraía el espíritu para destilar la Esencia que les daba vida... y a nuestro mundo.
Contemplamos con horrible asombro una de las bases dedicadas a esto, un lugar donde se procesaban los cuerpos, y donde eran triturados para que les extrajese la esencia para luego ser transformados en baterías que usarían para matar a más, y fabricar más, todo había Sido planeado por Dernell, para quedarse con todo el poder.
Pero fué peor aún que esta siniestra realidad fue el descubrimiento de la maquinaria utilizada para llevar cabo el vil proceso al que habían sido sometidos nuestros hermanos, pues su creación no era obra de los Robots que nos atacaban, sino de la mano de los Keerad.
Habíamos caído en manos del enemigo y la lucha que habíamos librado era una farsa, y lo peor era que no podíamos revelarlo ante el pueblo de los Shalldare. Pero, aun así, la lealtad de la legión de los guerreros de sangre no nos permitía dar la espalda a la verdad y mentir a nuestros hermanos, Dernell no seguiría siendo nuestra imagen de admiración...
Entre lugares escondidos, susurros y mensajes, los Guerreros de sangre buscaron a aquellos que desconfiaban como ellos de la Energía suprema. Al conocerse la verdad, muchos se sumaron a la rebelión y la brecha que separaba ambas facciones de los Shalldare comenzó a agrandarse, entre dependientes de la tecnología y leales a los dioses.
La verdad era innegable: las impías fábricas en las Tierras malditas funcionaban por mediación de la maquinaria Keerad. Dernell había traicionado a su propia madre, Shalldare, y había sido el responsable de la creación de las máquinas mortales para extraer nuestra Esencia.
Y ahora no solo planeaba quedarse en este mundo, sino que planeaba llegar a muchos más y llevar sus máquinas al nivel de una deidad. Si esto sucedía llegaría a todos los mundos y a todos los rincones de la existencia. Y no podíamos ignorar la culpa, pues era nuestra gente, los guerreros y los ingenieros Shalldare, fueron los que lo habían hecho posible.
Los guerreros de sangre hablaban del mal que había traído la energía suprema a todos los que les escuchaban. Habíamos ayudado a crear esta nueva dicotomía y, por tanto, los Shalldare también debíamos detener la propagación de esta enfermedad, esta nueva etapa de la existencia, esta suma de luz y oscuridad. No es por nosotros, es por los inocentes cuyos mundos tendrían que caer bajo el poder de Dernell y sus Infernales asesinos de metal, debíamos detener esto.
Pero incluso cuando los guerreros sangrientos regresaron del otro lado del mundo con historias sobre donde se condenaba a las almas de los inocentes, las masas adoctrinadas de Shalldare que creían en los Keerad se negaron a dar la espalda a los mismos. Su dependencia de la energía suprema era tal que ya ni siquiera respetaban a los dioses. Los Keerad, en su infinita sabiduría, se encargarían de que los fieles pudieran continuar su existencia siendo reencarnados en cuerpos más jóvenes. Temían la ira del Dios del conocimiento; una vida entera de servidumbre no podría desbaratarse a causa de una rebelión. Aquello no era más que una prueba de fe que permitiría identificar a los que realmente eran dignos de alcanzar la vida más allá de la muerte en el Renacimiento. Los Shalldare no titubearon en su celo, pero no sabían que eran solo farsas y mentiras, ellos no podían hacer realidad la vida tras la muerte y menos un renacimiento.
Las legiones de sangre se prepararon de nuevo para la guerra, pero esta vez lo harían para derramar la sangre de sus propios hermanos. Nuestros ejércitos habían presenciado con sus propios ojos las malvadas obras de los Keerad y conocían la verdad absoluta. Ellos habían vuelto a la senda de la herejía contra nuestros dioses al autoproclamarse como tales, y a pesar de que nuestro armamento había perdido parte de su fuerza al ser privado de la energía suprema, la justicia, nuestra lealtad y los dioses estaban de nuestro lado. Se había abierto una grieta en las filas de los Shalldare, y un bando se revelaba contra el mandato de los Keerad mientras el otro era prisionero de sus engaños y máquinas bonitas.
Nuestro Imperio rebelde Ascendido estaba formado por fieles y solitarios, y cantaba con las energías de un grupo de fuertes hombres y mujeres, enfrentándose al poder de las máquinas y los asesinos a sangre fría que se habían alineado con Dernell Olmstead. Y por su parte, los Guerreros leales a las tierras de Shalldare contaban con el pueblo libre y de el más poderoso de los guerreros que este mundo pudo engendrar, el mismísimo Akariku, El Verdugo del báratro.
La guerra civil se prolongó durante años y años, causando caos en los hombres y en las mujeres, cuyas armaduras y pieles estaban manchadas con la sangre de sus propios hermanos que ellos mismos asesinaron en un campo de batalla sin fin ni Inicio. Hasta que finalmente surgió la ocasión de acabar con la guerra, una última oportunidad descubierta por los líderes Guerreros de las legiones de sangre. Con Akariku a la cabeza, los últimos hombres se reunieron para atravesar medio mundo por última vez y llegar hacia el sur del planeta y regresar al corazón del enemigo.
Los Grandes líderes que mucho tiempo atrás, habían jurado lealtad a los mandamientos de los dioses, estaban al servicio de aquella misión como los últimos restantes. Aquellos que habían servido a los Dioses desde tiempos inmemoriales nos aseguraron que el camino estaba libre listo para ser inundado y destruido con nuestra ira.
Se trazó un plan para marchar contra las murallas de los metales más duros y destruir las fábricas, para cortar el flujo de la energía hacia las máquinas y negar a Dernell su poder.
Nuestras fuerzas empuñaron sus hachas y espadas y marcharon al son de un cántico glorioso... y fue entonces cuando encontramos una piedra en nuestros zapatos, la traición.
Al atravesar las densas nieblas interminables, las legiones pías se encontraron dispersas por todos lados y sumidos en un inesperado horror para el que no estaban preparados. Separados, las filas se desintegraron mientras nos llevaban a todos los rincones posibles en este lugar. Algunos de nuestros hermanos se encontraron cerca de los bordes de las nieblas por los que habían entrado, pero, al intentar regresar descubrieron que solo había piedra y metal por todos lados, y que los grandes líderes simplemente ya no estaban. Y en ese momento saltó la trampa y cada uno de ellos, solos y a ciegas en medio de la niebla, se encontró frente a frente con una multitud de máquinas que solo querían matar...
En las áridas tierras del sur del planeta, los valientes Guerreros Shalldare se encontraban abandonados por sus líderes y privados de refuerzos y apoyo logístico. A pesar de la adversidad, estos combatientes continuaron defendiendo su honor y luchando con ferocidad en lo que sería su última batalla contra las fuerzas enemigas. Sabiendo que la victoria era prácticamente imposible, los Shalldare desataron todo su poder y habilidades, desafiando las probabilidades y dando lo mejor de sí.
Enfrentados a una muerte segura, estos guerreros hicieron uso de su astucia y experiencia en el campo de batalla, aplastando máquinas y derramando aceite y lágrimas por centenares. Con valentía y determinación, lograron abatir ejércitos enteros del enemigo, infligiendo daños devastadores y causando gran conmoción en las filas enemigas.
Finalmente, tras horas de lucha, las armas de los Shalldare se apagaron y sus Armaduras se quedaron sin energía. Pero aún así, no retrocedieron ante la muerte. Con las últimas fuerzas que les quedaban, rugieron "¡Denra sere sekkera!" y se enfrentaron a sus enemigos con una valentía que dejó a todos atónitos.
Dernell conocía a los Traidores, pues era evidente que los Keerad y los Líderes Guerreros habían sembrado el árbol de manzanas del Edén mucho antes de que los valientes guerreros atravesaran los valles.
Aquel día, la batalla que libraron los Shalldare contra las fuerzas enemigas quedó grabada en la memoria de todos aquellos que la presenciaron. Los Guerreros, abandonados por sus líderes y privados de todo refuerzo, se encontraban en una situación desesperada. Sabían que la victoria era imposible, pero aun así, decidieron enfrentarse a sus enemigos con todo su honor y valentía.
En un despliegue de fuerza sin igual, los Shalldare demostraron su coraje y determinación en la que sería su última batalla. Con sus Armaduras y espadas relucientes, hicieron frente a los miles de enemigos que los rodeaban, dispuestos a luchar hasta la muerte. Los cielos retumbaron con sus rugidos de guerra, y las máquinas se estremecieron ante la fuerza de sus golpes.
Fue una lucha épica, en la que los Guerreros sagrados demostraron su inquebrantable espíritu y su devoción por la causa. A medida que la batalla avanzaba, su ardiente fuerza se hacía cada vez más evidente, y las máquinas que los enfrentaban comenzaron a temblar ante su poder.
En ese momento, las máquinas presenciaron la grandeza del pueblo sagrado de Shalldare. Fueron guerreros dignos de la leyenda, cuyo destino debió haber sido el de los dioses de la batalla. Y aunque el cielo les era indigno, su memoria fue grabada para siempre en la historia de este universo.
La resistencia de los Shalldare fue implacable, una lucha encarnizada que se llevó consigo la vida de muchos, pero no la voluntad de aquellos que seguían en pie. No hubo tiempo para lamentos, solo la certeza de que su destino estaba en sus manos. La muerte era una sombra constante que acechaba, pero ellos, hijos de este mundo, nacidos para la victoria, no se dejaron doblegar.
En medio de la confusión, un Shalldare logró infiltrarse y, sin importar el costo, hizo estallar la fuente de la Energía suprema, desatando una explosión que sacudió los cimientos del mundo. La oscuridad y el caos fueron los últimos compañeros de aquel héroe anónimo, cuyo sacrificio permitió a los demás seguir luchando.
El líder Akariku fue el encargado de llevar a cabo la justicia divina, su mano certera acabó con los líderes guerreros traidores y el mismísimo Dernell Olmstead no fue la excepción. Fue un final brutal para un hombre que alguna vez se creyó intocable, empalado en una pared y con la cabeza aplastada.
Sin embargo, el rumor de que Akariku seguía con vida se propagó por todo el universo, aunque nadie pudo comprobarlo. Era un mito, una leyenda, pero nadie podía negar que su presencia, o la ausencia de ella. ¿Acaso seguiría luchando? ¿O habría encontrado su propio camino hacia la eternidad? Nadie lo sabía con certeza, pero su legado perduraría en las historias que se contarían durante generaciones.
Año: 6510 (ADL)
En este mundo desgarrado por la corrupción de los creadores de la energía suprema, solo queda un destello de esperanza: aquellos valientes hermanos que sobrevivieron y que tienen la capacidad de restaurar la gloria de Shalldare, erradicando la tecnología sacrílega que la infectó. Su valentía y habilidad en las artes Shalldare les dan la fuerza necesaria para luchar y vencer, aunque ellos ya no las conozcan... el nacimiento de los Shalldare de granja.
Si, como se rumorea, Akariku sigue con vida, que lleve adelante su venganza con mano firme y sin piedad. Que no descanse hasta que los responsables de la ofensa sufran las consecuencias. Que su mano se tiña de sangre y no se detenga hasta que cada máquina sea castigada. Que su guerra sea inclemente, hasta que la sombra del metal desaparezca de este mundo y de todo el universo, purificándolo.
Que se escuche su rugido de guerra, que la venganza de Akariku sea como un relámpago en la oscuridad.
Kerre gike sekkera, pga ak akariku sōake surrer ganefte.
Mā Tekra lôrne
Mā Tekra lôrne
Kīnū Dīse yārne
Dōluje kēsō teftū
Vērne nā Lājū kēe
Mā Tekra lôrne
Kīnū Dīse yārne
Dōluje kēsō teftū
Vērne nā Lājū kēe
Drēstō nā Kālte
Serekôu barke nōstrū sērne
Frēntō jīnō nā Dūkla
Sīkā hevrū kēth fōrrō
Sīkā hevrū kēth fōrrō
Mā Tekra lôrne
Kīnū Dīse yārne
Dōluje kēsō teftū
Vērne nā Lājū kēe
Mā Tekra lôrne
Kīnū Dīse yārne
Dōluje kēsō teftū
Vērne nā Lājū kēe
Drēstō nā Kālte
Serekôu barke nōstrū sērne
Frēntō jīnō nā Dūkla
Sīkā hevrū kēth fōrrō
TRADUCCIÓN
Mi madre me dijo
Mi madre me dijo
Pronto un día compraré
Barcos con buenos remos
Navegaré hacia costas lejanas
Mi madre me dijo
Pronto un día compraré
Barcos con buenos remos
Navegaré hacia costas lejanas
Estoy de pie en la proa
Barca noble que nosotros guiamos
Rumbo firme hacia el refugio
Golpearé a muchos enemigos
Golpearé a muchos enemigos
Mi madre me dijo
Pronto un día compraré
Barcos con buenos remos
Navegaré hacia costas lejanas
Mi madre me dijo
Pronto un día compraré
Barcos con buenos remos
Navegaré hacia costas lejanas
Estoy de pie en la proa
Barca noble que nosotros guiamos
Rumbo firme hacia el refugio
Golpearé a muchos enemigos
CÓDICE DE PALABRAS
Palabra Shalldare Español Explicación semántica / etimología
Mā Mi Forma poética reducida de “mīō” (mío)
Tekra Madre Sustantivo para madre
lôrne Me dijo Verbo “lôr” (decir), conjugado pasado
Kīnū Pronto / próximamente Adverbio de tiempo
Dīse Día También usado como “algún día” en sentido lírico
yārne Compraré De “yūfe” (dar) y “ārne” (intención) → forma verbal
Dōluje Barcos / galeras De “dōlu” (vehículo) + “-je” (sufijo plural marítimo)
kēsō Buenos Adjetivo de calidad (de keitô)
teftū Remos De raíz tef (mano, herramienta)
Vērne Navegaré Verbo de raíz verīke (transporte)
nā Hacia Preposición simplificada (derivada de “jātū” con función poética)
Lājū Lejano Adjetivo ya registrado
kēe Costas / orillas Derivado poético de kee (día), como símbolo de frontera
Drēstō Estoy De “Êstû” (estar), conjugado presente
Kālte Proa Derivado de “kālto” (alto), parte frontal de un barco
Serekôu Noble Literalmente “caballero” en Shalldare
barke Barca Versión corta y eufónica de “barco”/vehículo acuático
nōstrū Nosotros Usado para reflejar linaje y legado (inclusión de la madre)
sērne Dirijo / conduzco Verbo de control/guía
Frēntō Firme Adjetivo de dirección firme o sin desvío
jīnō Rumbo De “jīnve” (norma, dirección)
Dūkla Refugio / puerto Literalmente: "exterior protegido"
Sīkā Golpearé / cortaré Verbo activo, ofensivo, épico
hevrū Enemigo De hevrū = enemigo/contrario
kēth A (acusativo poético) Variante poética de la preposición
fōrrō Muchos De “fōrōto” (mayoría), usado aquí como plural acentuado
Un curso introductorio para todas las edades, accesible e intuitivo
El alfabeto Shalldare
El alfabeto contiene 19 letras:
a, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, o, r, s, t, u, v, y
Las vocales son:
a, e, i, o, u, y
Las demás son consonantes.
El macrón:
Una línea sobre una vocal como “ū” indica que se pronuncia más largo:
u = corto → como "u" en luz
ū = largo → como "uuuuu" al cantar
Pronunciación
Letra Suena como en...
a "a" en "casa"
e "e" en "mesa"
i "i" en "vino"
o "o" en "loco"
u "u" en "puro"
y como "i" en inglés ("happy")
j como "y" en "yo"
g siempre fuerte: "g" en "gato", nunca como en "gente"
¿Y si hay una palabra con muchos signos raros?
¡Solo sigue el ritmo! Las palabras Shalldare están hechas para sonar como si estuvieras cantando o declarando algo solemne.
Cómo se forman las palabras
Shalldare tiene una estructura básica:
Tipo de palabra / Termina en… / Ejemplo
Sustantivo Vocal (a/e) drūme = tierra
Verbo Consonante Sōdke = proteger
Adjetivo Variable, antes del sustantivo drōlu sôdufe = buena persona
Pronombre Corto, antes del verbo Ā Sērne = yo guío
Tiempos verbales básicos
Tiempo Cómo se forma Ejemplo
Presente Verbo normal Ā sērne = yo guío
Pasado Agrega -ve Ā sērneve = yo guié
Futuro Usa Kīnū + verbo Ā Kīnū sērne = yo guiaré
¿Cómo digo “yo protegeré”?
→ Ā Kīnū Sōdke
Los pronombres
Español / Shalldare
Yo Ā
Tú Ti
Él / ella Iēl
Nosotros Nōstrū
Ellos Ēllū
Frases básicas para practicar
Español / Shalldare
Hola Hūr
Adiós Sāl
Gracias Sālur
¿Cómo estás? Hū Êstū ti?
Estoy bien Ā Êstū vod
Me llamo (nombre) Ā Nāmū (nombre)
Hoy hay guerra Huo Hē Rānū
Te protegeré Ti Kīnū Sōdke
Esta es una blasfemia Tīrā Iks Tār Yarnôfe
Cómo se habla en frases
Orden de las palabras:
[Sujeto] + [Verbo] + [Complemento] + [Preposición (si hay)]
Ejemplo:
“Yo vivo en la tierra” → Ā Vivke drūme Nē
Construyamos una frase completa
Español: “Nosotros traeremos la espada para la defensa”
Sujeto: Nōstrū
Verbo en futuro: Kīnū trērne (traeremos)
Complemento directo: sōne (espada)
Final de propósito: Vīrndōn Sōri (para defensa)
Nōstrū Kīnū trērne sōne Vīrndōn Sōri
La sociedad Shalldare se rige por un principio tan antiguo como la piedra negra: el Honor Recíproco. Todo acto de servicio, auxilio o entrega crea una deuda sagrada no escrita, cuya existencia es reconocida por el Canto mismo. No cumplir una deuda de honor es deshonra; no aceptar el reembolso, arrogancia.
Cada acción generosa se convierte en un eslabón invisible entre dos almas. Cuando uno salva la vida de otro, forja un lazo que trasciende el tiempo: aquel que fue salvado debe estar dispuesto a morir por su salvador si el momento llega. No existe mayor insulto en la lengua Shalldare que acusar a alguien de "haber cortado el hilo del deber".
“No hay gloria en matar si nadie queda para recordarlo. Pero sí la hay en devolver una espada que ya se alzó por ti.”
— Shall-Emperor Dēkran, Portador del Primer Lamento
Este sistema da forma a su comercio cultural, pues entre los Shalldare todo objeto posee memoria. Las armas no se compran: se otorgan como voto de lealtad. Regalar un arma es equivalente a entregar un fragmento del propio Canto.
Se considera sagrado otorgar:
Dagas con inscripciones rituales.
Hachas con filos bendecidos por fuego lunar.
Armas de fuego talladas a mano.
Brazaletes con hojas retráctiles.
Colgantes dentales: collares hechos de dientes de depredadores o enemigos caídos, son símbolo de fuerza compartida.
Dar una de estas reliquias a un forastero o a un miembro de otra especie es una muestra de confianza máxima. Implica que el receptor ha sido aceptado como honrado entre iguales.
Protege a los tuyos como esperas ser protegido. La fuerza sin escudo no es honor: es soberbia.
No permitas que te capturen. Si no hay fuga, muere con los dientes apretados. La vida sin honor es una cadena sin eslabones.
No mates a quien no puede defenderse. Golpéalo. Humíllalo. Pero no lo mates. Tu filo no debe mancharse con cobardía.
Entierra a tus muertos, sean tuyos o ajenos, con el mismo respeto. Toda carne deviene ceniza. Todo nombre merece una nota.
No confíes en lo que piensa sin alma. No sirvas a la máquina. Solo tus armas y armadura conocen tu sudor.
No desperdicies la voz. Habla sólo si lo que dices puede ser cantado. El silencio es filo. La palabra, escudo. No ambos a la vez.
Jamás mientas a un hermano de sangre. La mentira es niebla. La niebla engendra herejía. Y la herejía no tiene eco en el Vacío.
“Las reglas no son cadenas. Son el canto de los muertos que aún nos observa.”
— Shall-Empress Vērua, la Boca Silente
El Juicio del Sol y la Prohibición de Sangre Nocturna
Los Shalldare veneran a sus dos deidades, Tasar y Gade, como fuerzas complementarias de creación y destrucción, cuya unión es sagrada y frágil. Según su religión, las noches estrelladas representan el único momento en que ambos pueden encontrarse en el cielo. Cada estrella es un punto de anclaje entre sus voluntades. La sangre derramada en ese instante interrumpe la danza cósmica, desgarra el ritmo universal.
Por ello, matar durante la noche es blasfemia. Solo aquellos tocados por el sufrimiento divino, conocidos como Los Elegidos de los Dioses (Yārkūse), tienen permitido hacerlo. Son guerreros que sobrevivieron a la muerte, a condiciones inhumanas, y que portan en su cuerpo las marcas de la divinidad.
No todos pueden matar de noche. La noche, como se ha establecido, es sagrada: en ella Tasar y Gade se miran entre estrellas. En ella bailan y se funden. En ella respira el cosmos sin violencia. Matar en ese momento es quebrar la danza, corromper el aliento divino, extinguir la música universal que fluye entre galaxias.
Cuando un Shalldare sobrevive a una muerte cierta sin ayuda, los sabios interpretan su cuerpo como una carta enviada por los dioses: “este no morirá como los demás.”
Honores recibidos:
Derecho a portar el Filo de Sombra, una hoja sin reflejo.
Permiso ritual para matar de noche sin incurrir en blasfemia.
Su nombre es grabado en un eje obsidiano bajo Yērlūne.
Sus palabras pueden interrumpir una orden imperial.
“Mi pecho fue abierto por un diente de volcán. Mi sangre ardió sobre hielo. Y aún así, aquí estoy. Entonces, ¿quién decide si debo contener mi furia en la noche?”
— Vārlek Hurn, llamado El Cuervo de Medianoche
“Durante seis noches bebí de mi propia orina y comí musgo de hueso. Cuando regresé, mi sombra no me reconocía. Por eso me aceptaron como uno de los Yārkūse.”
— Ṭehl Sēfran, cazadora de los valles ácidos
“El que sangra y no muere no pertenece a este plano. Pertenece a la noche, para protegerla.”
— Sabio de Hueso Blanco Thērk Nūrōn
Castigo por la sangre nocturna injusta:
Ahogamiento ritual en el Lago de Rēfrūn.
Prohibición de ser cantado en el Canto de Muerte.
“Antes de Akariku, antes del fuego, hubo palabra. Y la palabra era Vōtske: voluntad. Y la voluntad, sin carne, no era nada. Por eso la carne fue atada al juramento.”
En la sociedad Shalldare, no existen los "derechos de nacimiento", solo las voluntades probadas. Desde tiempos ancestrales, incluso antes de la unificación tribal, los Shalldare forjaban su identidad mediante juramentos sellados en sangre, conocidos como "la promesa sobre la tierra".
Todo Shallase que desee hablar ante su clan debía primero demostrar su vōtske. No se accede al consejo por linaje, sino por la demostración repetida de fuerza, silencio, y capacidad de sacrificio.
“Quien no sangra por su palabra, no la merece.”
— Frase del Shall-Emperor Vārgon el Inquebrantable
Los Shall-Emperors fueron más que reyes: fueron conductos de la divinidad viviente. Cada uno de ellos llevaba un título no autoimpuesto, sino concedido por la asamblea de los viejos: los Efseklt Sērō o también llamados “sabios de hueso blanco”.
Aquí algunos de ellos:
Shall-Emperor Dēkran “El Portador del Primer Lamento”
Dēkran guio al pueblo en la era de la división. Se le atribuye el primer uso de la frase:
“Cuando el enemigo ofrece paz, pregunta con qué mano carga la daga.”
Shall-Empress Vērua “La Boca Silente”
Jamás pronunció palabra tras la muerte de su hija en batalla. Gobernó por gestos y miradas durante cuarenta años.
“El silencio es una lanza más larga que el rugido.”
Shall-Emperor Haskir “El que Bebe la Tormenta”
Murió en batalla contra los Drones de Sangre. Se cuenta que abrió su propio vientre para cargar dinamita líquida y derribar el pilar enemigo. Su sangre evaporó el suelo.
“Morir rugiendo es morir mil veces. Morir útilmente es reencarnar.”
La cúspide de la sociedad Shalldare es ocupada por el Shall-Emperor, un título que no se hereda ni se solicita. Se revela.
Se dice que el Shall-Emperor es la voluntad encarnada de Shalldare como entidad viva. Su voz no le pertenece a él, sino al Canto. Su juicio no nace del ego, sino de la sangre acumulada por las generaciones.
Solo puede haber uno a la vez. Nunca han coexistido dos, y se considera herejía nombrar uno en vida de otro sin que el anterior renuncie mediante un ritual de silencio: la Exhalación Final.
Cita del Shall-Emperor Hādrul “El Que Calló Primero”:
“Yo no soy hombre. Soy la rama en que posa la tormenta. Soy el filo que porta la tierra. Si me temes, no es a mí: es a la voz que canto y no entiendo.”
El título alternativo “Emperador de Sangre” no es ceremonial, sino místico. Solo los Shall-Emperors que han sangrado tres veces en la misma batalla sin caer, y han pronunciado el Canto con heridas abiertas, reciben esta denominación.
Estos emperadores no solo gobiernan, sino que canalizan. Son considerados portales temporales por los cuales Shalldare, como ente consciente, actúa directamente sobre el plano material.
“Cuando un Emperador de Sangre levanta el hacha, no es él quien corta, es la voz de todos nosotros, vivos y muertos.”
— Serekol Mārne, Vīlhūr
Uno de los más legendarios pre-Akariku fue Shall-Emperor Kuldren “El Mirador de Ojos Vacíos”, quien perdió ambos ojos en la guerra contra los Keerad y, aun así, derrotó a 47 máquinas en combate ciego mientras recitaba el verso número 13 sin vacilar.
Sabios de Hueso Blanco — Los Efseklt Sērō
Debajo del Shall-Emperor se encuentran los Sabios de Hueso Blanco, conocidos por llevar collares hechos de la tibia blanqueada de sus ancestros. Este título no es otorgado, sino reclamado tras sobrevivir a la Ordalía del Vacío: una ceremonia en la que el aspirante debe caminar desnudo durante una noche entera en el Desierto de Dervú, sin armas, sin fuego, sin voz.
Cuando regresan vivos, se les graba un verso del Canto en el hueso frontal del cráneo con una aguja de oro. Desde ese momento, sus palabras adquieren rango de ley si el Shall-Emperor calla ante ellas.
Los Efseklt Sērō son los guardianes de la Memoria y el Juicio. Sus funciones incluyen:
Determinar la legitimidad del nuevo Shall-Emperor.
Declarar blasfemia.
Interpretar el Canto en momentos de guerra o duda política.
Portar el Fylāk-Sēnus, el símbolo de visión espiritual: un cristal oscuro que solo puede ser sostenido por quien no haya mentido jamás a su tribu.
La Sociedad Extendida
Rango / Nombre / Descripción
Emperador Shall-Emperor Voz suprema. Voluntad encarnada.
Sabios Efseklt Sērō Guardianes del juicio, el recuerdo y la historia oral.
Altos Comandantes Dūlnar Dirigen ejércitos. Solo pueden ser nombrados por un Emperor o por consejo unánime de sabios.
Portadores del Canto Vīlhūr Poetas oraculares. Transmiten los fragmentos vivos del Canto. No tienen autoridad política, pero su palabra puede vetar decisiones.
Elegidos de las Lunas Yārkūse Guerreros que han sobrevivido a muerte segura. Pueden matar de noche.
Sacerdotes de Yērlūne Sērkūnē Custodios de las reliquias. Su función es preservar la sinfonía espiritual del pueblo.
Ciudadano común Shallase Guerreros, constructores, madres, artesanos. Todos deben saber el Canto, al menos los 14 primeros versos.
Blasfemos Skēfūtōn Aquellos que mataron bajo las estrellas, o traicionaron su juramento. Su alma se ahoga en el Vacío.
Los Shalldare no ven su planeta como una tierra o un estado. Para ellos, Shalldare es una mujer viva. Una entidad que respira a través del fuego, del canto, de la lengua.
“Ella llora cuando mentimos. Ella sangra cuando matamos sin honra. Ella canta cuando uno muere por todos. Ella es madre, hija, amante y tumba.”
— Canto atribuido a Vīrhūnē, la primera Vīlhūr conocida.
Cuando un Shallase muere, su nombre es entonado en la forma más antigua del idioma, y se graba en piedra para que Shalldare lo recuerde. Se cree que al hacerlo, la tierra siente menos dolor. El Canto es la forma en que la tierra respira.
Mito del Elegido — Fragmento atribuido a Hēlka’Dren, tercer Shall-Emperor
“Nacerá bajo una estrella que no gira.
Y sangrará antes de hablar.
No será hijo de nadie, pero todos lo llamarán hijo.
Su voz hará temblar montañas.
Su sangre no será roja.
Él hablará en versos que los sabios temerán,
y donde camine, nacerán flores.
Él no vendrá a gobernar.
Él vendrá a recordar.”
— Canto final del Templo de Yērlūne, inscrito en oro sobre obsidiana.
Se cree que Akariku es la realización de este mito. Hijo de nadie, aceptado por todos. Muerto y revivido. Silente y furioso. Un guerrero cuya espada se convirtió en símbolo, y cuya muerte, si es que ocurrió, aún no ha cesado de arder en el silencio del bosque.
“El planeta nos habla. Y no con palabras, sino con sílabas enterradas en la piedra.”
— Efseklt Rūlkar, sabio de hueso blanco
El Canto de Shalldare no es solo una expresión cultural. Es el eje de toda espiritualidad, lenguaje, y moralidad. Según las creencias, Tasar creó el Canto como puente para que las almas puedan cruzar hacia Gade tras la muerte.
¿Qué es exactamente el Canto?
Una sucesión de versos orales que contienen no solo historia, sino también doctrina, ley y rito.
Una melodía viviente, con cadencias específicas que deben ser entonadas en voz baja, al amanecer.
Una llave espiritual: sólo aquellos que conocen los versos pueden hablar en el Juicio del Vacío cuando mueren.
Los 14 primeros versos son obligatorios para todo Shallase. Se enseñan desde la infancia en los rituales de infancia conocidos como "el pulso del linaje".
“Quien no canta, no regresa.
Quien olvida el verso, se extravía.
Quien lo falsifica, jamás será hallado.”
Aquí estoy, tierra de mis huesos.
Aquí mi sangre, antes de la herida.
No hablo en mi lengua, sino en la tuya, oh Shalldare.
Doy mi nombre a la piedra, y callo.
Mis manos son ramas, mis pies raíces.
En la noche guardo la lanza.
En el día, la lanzo.
No seré el primero en gritar.
Pero sí el último en caer.
El enemigo no es quien me golpea.
Es quien olvida tu canción.
Shalldare, madre negra, fuego de hueso.
Guíame al vacío donde los dioses bailan.
Déjame ser nota, no eco.
Estos versos deben entonarse en cadencia descendente, con la última sílaba de cada verso arrastrada en susurro. En rituales de entierro, el cuerpo del guerrero es incinerado mientras los Vīlhūr (guardianes del Canto) repiten los versos en orden inverso, para guiar el alma de regreso a la raíz.
Personajes legendarios previos a Akariku
Thūn Karran — La Madre de la Voz
Primera Vīlhūr reconocida. Ciega de nacimiento, pero capaz de recitar los 120 versos del Canto sin errores. Se cuenta que su voz provocaba temblores menores en la piedra caliza, y que su sangre curaba cuando era cantada sobre heridas abiertas.
“Ella no hablaba. Ella vibraba.”
— Fragmento de pergamino conservado en Yērlūne
Sār Delbrak — El Traidor Resucitado
Guerrero que, por error de juicio, mató durante la noche. En lugar de ahogarlo, el Shall-Emperor Dēkran permitió que sirviera como vigía eterno en la cima de Sekkūrn-Har, donde no hay noche ni sombra. Allí entonaba solo el verso número 6, repitiéndolo hasta su muerte por hambre:
“En la noche guardo la lanza.”
Su castigo fue recordar eternamente la línea que traicionó.
Durante siglos se creyó que el Canto de Shalldare era un poema sagrado de catorce versos, transmitido en la iniciación infantil y repetido en funerales, ritos de batalla y ceremonias de unión. Sin embargo, con el paso de los ciclos solares y el descubrimiento de las tablillas del cráneo de Thūn Karran, se comprendió que esos catorce versos no eran más que la raíz visible del árbol, un fragmento reducido para el uso cotidiano.
Los estudios del templo de Yērlūne revelaron que el Canto completo posee al menos 243 versos, aunque algunos Vīlhūr afirman que su verdadero número cambia según el hablante y el momento espiritual del planeta. Es un poema vivo, no fijo. Se transforma con la historia del pueblo, muta en sus tragedias, se estira o contrae con el dolor colectivo. En consecuencia, cada entonación completa del Canto agrega a Shalldare una nueva capa de memoria.
El sabio Rēf Kar-Norr, fallecido a los 312 ciclos, afirmó en su exilio que “el Canto no es algo que uno memoriza, es algo que uno recuerda sin haber vivido”. Su discípulo grabó en obsidiana que Rēf recitó 274 versos antes de desmayar, en una sola noche de éxtasis espiritual, mientras las piedras del templo vibraban al unísono.
“Los versos del Canto no tienen fin. Solo silencio.”
— Dīshar Varnak, Vīlhūr del círculo de Gālhērn
Yērlūne no fue construido. Fue revelado.
Según las escrituras litográficas, en un tiempo donde el mundo se cubría de metal y las estrellas ardían como cuchillas, la tierra se partió por voluntad del Canto, y emergió un valle oculto entre las rocas ancestrales del continente olvidado de Varserûn. Allí, una montaña se abrió como una flor petrificada, y del interior surgió una cavidad perfecta, de 12 kilómetros de diámetro y 3 de profundidad, con techos tan altos que el eco tarda cinco segundos en regresar.
Ese lugar fue nombrado Yērlūne: “el suspiro entre las estrellas”.
El templo fue adaptado, no construido, pues su geometría ya era armónica. Las piedras de su interior, hechas de basalto negro y esporas minerales, emiten vibraciones al ser entonadas con versos del Canto. Cada columna responde a una sílaba sagrada. Cada corredor refleja una frecuencia. Los Vīlhūr de alto rango afirman que Yērlūne no es un templo, sino una garganta cósmica, una catedral del planeta para hablar consigo mismo a través del pueblo Shalldare.
En su centro yace la Piedra Negra, un monolito de diez metros que absorbe luz, temperatura y sonido. Se cree que está viva, aunque no consciente. Sus orígenes son desconocidos, pero los sabios la relacionan con el meteorito original que trajo la semilla de Shalldare al mundo.
“No veneramos la piedra negra por su poder, sino por su silencio. Ella nos observa sin juzgar. Y solo canta para quien ya ha muerto.”
— Efseklt Sūr’Rān, custodio de las cámaras del eco
La piedra negra no fue esculpida. No fue colocada. Fue descubierta al abrirse el corazón de Yērlūne. Desde entonces, ha sido considerada el ombligo espiritual del planeta, una forma de conciencia no humana, anterior incluso a Tasar y Gade. No se le adora. Se le respeta. No responde. No se invoca. Pero escucha.
Cuando un Shall-Emperor muere, su cuerpo es depositado frente a ella, y una línea nueva es tallada en su superficie, aunque nadie la toque. Cada línea es un verso no pronunciado, reservado para los muertos. Algunos sabios creen que la piedra es el verdadero Canto, y que los versos humanos son intentos torpes de replicar lo que ella emite en una frecuencia que solo los astros entienden.
“Si Shalldare tuviera garganta, sería de piedra.
Si tuviera alma, estaría atrapada en ese bloque.”
— Karned Vel, Vīlhūr errante, ejecutado por heresía estructural
La lanza cayó antes que mi cuerpo.
Mi lengua murió antes que mi pecho.
Y aun así, aquí estoy.
No por mí, sino por todos.
No por gloria, sino por recuerdo.
Que mis huesos alimenten la tierra.
Que mi eco no despierte al enemigo.
Que mi canto cierre el ciclo.
Mi rostro ya no es mío.
Soy mil ojos que miran desde las grietas.
Soy el fuego que no quiere quemar, pero debe.
Soy la voz de quienes murieron sin nombre.
Shalldare, tómame de vuelta.
Tómame, y hazme llama.